viernes, 31 de diciembre de 2010

Chilines

Subíamos al auto y ya sabíamos que se venía un camino larguísimo. Uno de los pocos, en ese momento, que permitía que nos durmiésemos hasta llegar. Había que descansar para todo lo que se venía. Allá, un sinfín de primos, amigos, conocidos, tíos (digamos) y familia saliendo hasta de abajo de las baldosas.
Comer hasta reventar, mirar tele en la cama gigante que siempre supo hacerse un poco más grande para albergar a algún nuevo visitante, la mesa larguísima y el amparo material de esos muros que nunca dudaron en asilar a ninguno. Y en la cabecera, atrás de todo eso, ellos, siempre ellos.
¿Ma, son mis tíos? No, tus tíos abuelos... Aaaah...¿no quieren ser mis abuelos? aceptaron sin dudarlo ese pedido de adopción que hice a mis pocos años de edad. Chiquita pero ninguna naba, me daba cuenta de que adelante mío había abuelazgo de calidad.
Hoy se terminaron de ir. Mi papá elige recordarlos en sus mejores momentos y hace una sucesión de sus greatest hits. Yo no puedo hacer lo contrario. No porque lo elija, sino porque no existen malos recuerdos si ellos los protagonizan.


viernes, 17 de diciembre de 2010

Pour la gallery

jueves, 25 de noviembre de 2010

Balconeros

Enfrente de mi trabajo hay, a saber: un edificio del banco francés, un restaurant, el edificio de la unión industrial argentina con vestigios de pintura que algún furioso habrá tirado en señal de protesta, una confitería y dos edificios más que no se destacan más que por estar en la avenida de Mayo. Para estar en esta avenida es necesario un único requisito: tener balcón.
Siendo una de las calles más marchadas y movilizadas del país, es casi impensable construir algo que no privilegie la visualización de la calle.
Los que tenemos la suerte de contar con estos palcos VIP para las manifestaciones, hacemos gala de la posibilidad y, al primer redoble de tambor, corremos a apostarnos al balcón para acompañar desde el primer manifestante hasta el último policía.
Ayer fue la marcha de los bancarios. Los había de todas partes: Tucumán, Córdoba, Santa Fé, Buenos Aires. Incluso contaban con un cantante que los arengaba desde un camión. Hasta ahora, rankea como una de las mejores marchas que presencié (y eso que ya fueron muchas).
Como siempre, elijo el balcón más grande, el que está más cerca de Lima. Desde ahí puedo ver mejor y además no tengo miedo de que ese balcón se caiga (parece más resistente).
La marcha era muy larga y había muchas personas. Llegó un momento en que el desfile parecía no avanzar, aunque ellos lo hicieran, porque la cantidad de gente caminando era abismal. Decidí, entonces, lo que nunca: miré enfrente en lugar de mirar abajo.
Descubrí que, como yo, había muchos espectadores del evento. Entre ellos, un fotógrafo. Me quedé tildada porque sus piruetas me daban una mezcla de fascinación y pavor. Estaba colgado de la baranda para poder sacar mejores fotos (creo que era para eso, espero que haya sido para eso). Una compañera suya, una rubia, le hacía compañía.
Al parecer, la rubia se aburrió. Agarró y se fue. Yo me quedé mirando al Indiana Jones de la fotografía.
Se ve que él también se aburrió de tanto desfile, porque dejó de mirar para abajo y miró enfrente.
Yo, que no manejo bien el arte del disimulo, estaba segura de que no me había visto seguir sus acrobacias. No fue poca mi sorpresa cuando noté que, desde lejos, me saludaba con la mano.
Después de recuperar mi color de piel (que había virado violentamente al rojo), devolví el saludo, a lo lejos, con la mano también.
Creo que divisé una sonrisa, pero no estoy muy segura. De todas maneras, no importa. El saludo fue un carnet de socia suficiente. Ya formo parte del círculo de balconeros.

martes, 26 de octubre de 2010

Internet y yo

Si bien hoy construye uno de los pilares de mi educación y por ello le estoy muy agradecida, internet y yo no siempre tuvimos una gran relación. De hecho, nuestra primera cita fue desastrosa.
Teníamos, bel y yo, algo así como 6 y 9 respectivamente. Mi papá nos dio la gran noticia: vamos a tener internet en casa. Para ese entonces, internet era algo que ansiaba con todo mi ser. Los programas de televisión empezaban a publicitar sus dominios web en los que encontraría "muchos más contenidos y diversión" una vez finalizado el show. Imaginate.
En ese entonces, la conexión venía vía teléfono. Nos organizamos. Padre nos dijo "van a tener 15 minutos de internet, piensen bien dónde quieren entrar porque no podemos ocupar el teléfono por una hora".
Ni siquiera lo dudamos un segundo. Al unísono gritamos "¡la página de Cartoon!". Pocas veces nos habíamos puesto de acuerdo tan rápido.
- Anotá, papá: doble be doble be doble be punto cartun con dos o network punto com.
- No! te olvidaste el ele a! Es cartoon network ele a punto com!
Papá hace caso. Loading. La emoción llenaba nuestros diminutos seres. Estábamos a un paso de la felicidad extrema y sin límites.
Cargó. Ahí, saludándonos desde el otro lado de la pantalla, todos nuestros seres queridos: los picapiedras, ed, edd, también eddie, dexter, su hermana y toda esa gente a la que tanto adorábamos y a la que nos hubiese encantado invitar a nuestros cumples.
- ¿Quieren jugar un juego?
No salimos de nuestro asombro. No sólo estábamos en internet... también PODÍAMOS JUGAR.
Al borde de la aneurisma le imploramos a padre que entrara urgentemente a cualquier juego que estuviera a la mano. Loading... Loading... Loading...
"Necesitás un plug-in para jugar a este juego"
Ruido estridente de nuestras ilusiones rotas. Tristeza. "Bueno, mañana jugamos porque ya pasaron los 15 minutos".
Nunca nos vamos a olvidar del comienzo de esta relación que hoy tanto nos nutre pero que otrora no supo hacer más que arrancarnos lágrimas de desilusión.

martes, 19 de octubre de 2010

Noches en las que desearíamos mandar a todos a cagar y en las que súbitamente se comprende que no hay bajón comparable al de levantarse con malhumor

En la RAE dice que "malhumor" puede ir así o separado. Yo lo prefiero junto. Las dimensiones físicas de la palabra, larga, ininterrumpida, gigante, describen mucho mejor el estado que dos palabras cortas que, encima, tienen una pausa en el medio. Porque pausa las pelotas. El malhumor empieza a la noche y te acompaña hasta el día siguiente. Todo el puto día. A sol y a sombra lo tenés prendado cual koala.
Empecé por desayunar. Sacar el hambre puede ser el primer paso en el camino a la felicidad. No, nada, lo único que cambió fue que mi malhumor dejó de venir con la banda sonora de mis ruidos estomacales.
Pensé en distraerme en internet, este dios que todo lo ofrece. Un carajo. Ni facebook, ni gmail, ni chat... ni siquiera youtube.
Empecé a pensar psicoanalíticamente. Me dije que, para resolver el problema, lo mejor puede ser encontrar las causas. Empecé a cavar en lo más profundo de mi conciencia a ver qué había disparado todo esto. "Bien, es un estado de cosas", pensé. Empecé a desmenuzarlas. Una por una. Tal vez así las podría resolver y, ya que el todo es la suma de las partes, mis problemas de ánimo se solucionarían en un santiamén. Las requetebolas. Rememorar cada hecho por separado fue inflar más cada uno de ellos. Terminé con ganas de ir a golpear puertas al canto de "se rifa una piña y tenés todos los números".
La sangre hierve. La cabeza estalla. Este koala de mierda no se me despega más.
Puta madre.

jueves, 30 de septiembre de 2010

10 cuadras de viernes

Todo lo que voy a contar pasó el viernes pasado alrededor de las 12.30 de la noche.
Estaba en la parada del segundo colectivo que me tomo cuando vuelvo de la facultad. Venía quemada como cualquier persona que cursa en ciudad universitaria un viernes a la noche.
El colectivo no llegaba. Todos los que estábamos esperándolo nos movíamos, caminábamos en círculos, nos asomábamos estirando el cuello para ver si, de alguna manera, teníamos indicio del 126. Pero nada.
La chica de adelante mío, una chica con el pelo rojo pasión, parecía absorta en su mundo. Ella no cogoteaba ni caminaba en círculos, solo se movía en su lugar pero parecía hacer un bailecito más que estar ansiosa como todo el resto.
De repente, se dio vuelta.
-¿Vos sos mi vecina?
La pregunta me tomó por sorpresa. Pensé que estaba chiflada. Después pensé que me había confundido. Después pensé que tenía ojos en la espalda, porque no noté que se hubiera dado vuelta para mirarme. Finalmente, la reconocí. Era B.
Yo a B. la conocí hace muchos años de manera cibernética. Mi novio de ese momento llegó a su fotolog (fa, mirá el revival que te tiro) y así la conocimos. Yo nunca la había visto en persona hasta ahora.
Le dije que sí, que efectivamente éramos vecinas.
- No te reconocí porque en las fotos no tenés el pelo así, ni siquiera lo tenés rojo.
- Sí, vos también sos distinta. Parecés más chiquita en persona y además, sos mucho más linda. En las fotos no salís muy bien.
Ahí entendí todo: una persona que me batió la justa a las tres palabras de hablarme tenía que tenerla clara.
- ¿Caminamos? El 126 no va a venir y son 10 cuadras, charlando se pasan rápido.
Accedí. Me había predispuesto muy bien que me saque la ficha como lo hizo. Empezamos a caminar.
En la primer cuadra me contó sobre su novio. Yo asentía y escuchaba atenta. No participaba muy activamente, todavía trataba de entender esa situación.
En la segunda cuadra me preguntó por mi novio del momento en que empezamos a hablar cibernéticamente. Fue mi primer novio, le conté. También le conté que no salimos más desde hace ya como 4 años. Ella me contó que ese novio mío salió con su hermana un par de veces. Me pareció un dato de color interesante.
En la tercera cuadra me contó cómo su suegro la vio semidesnuda en la cocina de su casa (de la casa del suegro) y cómo eso instaló el quiebre en el vínculo con su familia política. Su pelo, colorado, acompañaba la imagen que la familia del novio se hacía de ella.
Ella veía que yo no aportaba tanto. Me empezó a preguntar sobre mí.
La cuarta cuadra, entonces, fue ponerla al día sobre mi situación amorosa (más bien, contarle toda mi vida amorosa, ya que nunca supo de ella). Contando con más material, empezó a opinar. Consideró un acierto mi separación con mi primer novio. Opinó que al segundo no le di el tiempo suficiente.
Todo seguía siendo raro, pero no podía perder tiempo pensando en eso, las cuadras estaban por acabarse y quería recopilar la mayor cantidad de cosas de esa noche, era bastante extraña.
A la quinta cuadra, siendo ya más confianzudas las dos y embebidas en el espíritu solitario de la noche que nos hacía sentir, más o menos, como las únicas dos personas caminando por caballito, empecé a soltarme más. Hablé sobre ella y su novio, sobre la familia del novio. Hablamos de política, también. Me contó que su familia política la veía como demasiado liberal y eso era un problema. Pero también me dijo que su novio era como ella, con lo cual no le daba pelota a su familia. "Por eso estamos bien como estamos, porque somos los dos ovejas negras en nuestras familias" dijo. La sexta y la séptima cuadra se pasaron volando entre anécdotas vergonzosas que incluían a sus suegros y a su cuñada.
Me dio pena, en un momento, su mala suerte con la familia del novio. Pero después la vi, la escuché hablar y me di cuenta de que pocas veces me crucé con personas tan enamoradas. Hablaba tranquila, sin levantar la voz, pero cada vez que nombraba a su él, tenía un dejo de noséqué que lo hacía evidente. Frente a eso, pensé, ni una legión de suegros iba a poder.
Íbamos por la octava cuadra. A ella le quedaba una, a mí dos.
Siendo consciente, creo, de que le se le acababa el trayecto al lado mío, disparó.
- ¿Y cómo estás?
La pregunta fue extraña. Sonó como una pregunta hecha por alguien que me conoce hace años, que conoce hasta el detalle más insignificante de mi vida privada. B. me había conocido hacía ocho cuadras. Ocho cuadras le bastaron para hacerme esa pregunta.
Un poco sorprendida, otro poco atontada y otro poco perdida entre todos estos pensamientos que aparecían, me olvidé de responderle.
Pasados unos segundos, me apuré y vomité un "muy bien, por?" que fue menos convincente que los planes de año nuevo.
Sonrió. Se dio cuenta de todo lo que pasó en esos segundos, estoy segura. Entendió todo. Lo entendió tan bien que me dejó con mi respuesta, sin retrucar, decidió no hacerme sentir incómoda y siguió caminando, en silencio, a pesar de que sabía que mi respuesta no era del todo verídica.
Cruzamos la calle. Estábamos por llegar a su casa. No hablamos. Cuando estábamos en la puerta, me dijo "bueno, yo vivo acá". La saludé. Ella hizo lo mismo y me dijo "espero que se repita".
Caminé la cuadra que me faltaba. Y hasta llegar a mi casa, a mi cuarto, a mi cama, lo único que pensaba era una puta frase. La frase que me quedó atragantada y que no me animé a decir:
Yo también.

lunes, 1 de marzo de 2010

Atenti la toca

En una semana cambiamos el dominio porque nos parece ridículo seguir teniendo como dirección shakirakurosawa cuando conocimos la fama de la mano de v for voligoma.
Ya saben, en unos días, www.vforvoligoma.blogspot.com

sábado, 23 de enero de 2010

A ver. Cuando era chica dije en mi casa "cuando sea grande quiero ser astronauta y pintora". Aquello desencadenó lo siguiente:
Madre orgullosa: Aaaay, ¡qué lindo! ¿Pintora de cuadros?
Hija: No...
Madre desorientada: ¿De paredes?
Hija: No...
Madre intrigada: ¿Y de qué?
Hija: De los autos cuando los chocan.

Si de chica perseguía las metas de ser astronauta y chapista, ¿cómo diablos voy a estar en de acuerdo con mi situación académica actual?

miércoles, 20 de enero de 2010

Diario de una mujer independiente

Nota al margen
Encontré la primer desventaja de la soledad. Tengo que resignar el bronceado de la espalda a menos que:
a) empiece a importarme un pito el cáncer de piel
b) abandone mi vergüenza y le pida a la señora de al lado (una gordita y muy gritona) que me ponga protector solar en la espalda
c) abandone la monogamia y le pida a uno de los hombres de por ahí que hagan lo que no me animé a pedirle a la señora gordita

Todos sabemos que tengo bastante temor a las enfermedades, así que a no es opción. También sabemos que las monjas algo supieron introducirme en la cabeza y la monogamia sigue siendo la mejor opción. Vamos a ver si la gordita se copa o si yo termino amigándome con este palito de la selva style.

martes, 19 de enero de 2010

Diario de una mujer independiente

Día 1
Hace años que espero este momento. No sentí que llegaría con tanta rapidez, inesperado, una cachetada. Pero llegó, y ¡qué dulce cachetada!
La independencia por fin logró inmiscuirse por un vericueto de la vida familiar y heme aquí, más sola que el diablo.
Desde chica soñaba con vivir sin compañía. Me pasaba tardes jugando a "la casita", pero mi casita no era la que las monjas nos imponían cuando, en el jardín de infantes, nos obligaban a jugar a los rincones y daban por sentado que en el rincón de la vivienda tenía que haber un papá, una mamá y un hijito.
En mi rincón casita estaba yo sola. No había hijos, no había papás. Yo, con mi alma, con mis dotes de ama de casa -en mi imaginación eran los más amplios- y con uno o dos perros.
Mi papá siempre se acuerda de que, cuando era chica, yo decía que quería tener perros en lugar de hijos.
Hoy no tengo ni unos ni otros pero estoy sola en la casa.
Lo primero que decidí fue leer una novela que habla de Inés Suárez. Inés fue una española que participó de la conquista de Chile y de la fundación de Santiago. La novela que leo parte de las crónicas verídicas que escribieron sus contemporáneos y agrega datos de color que posiblemente sean ficción. Eso no me importa.
Lo segundo que decidí fue hacer un plato de arroz. Las artes culinarias, me dije, deben estar entre mi lista de atributos, sólo que nunca las supe explotar como se debe.
Conseguí el arroz, primer paso dado. Me di cuenta de que no había qué ponerle. Afuera llovía. Lo tomé como un desafío.
Me hice la canchera y pensé "armo una salsa con lo primero que encuentro en la heladera". La independencia no me puede agarrar desprevenida. Esto es supervivencia del más apto. No comés, te jodés. Y nada de delivery, no, no, no. Hubiese sido el equivalente a llevar un celular largo alcance a Expedición Robinson.
Abrí la heladera. Encontré queso cheddar. Encontré leche. Con una matemática bastante rústica armé una ecuación en la cual, de la unión de mis dos ingredientes, salía una magnífica salsa digna de un gourmet. Puse manos a la obra.
La obra recibió el repudio de la crítica.
No importa, pensé, es cuestión de práctica, ya voy a encontrar la manera.
Me fui a acostar sintiendo que un grupo de elefantes bailaba tap en mi estómago.
Leí un poco más sobre Inés. Supo llenarme de coraje para el día siguiente.

Día 2
Afuera llovía. La experiencia del día previo pasó sin pena ni gloria porque, al levantarme, mi estómago estaba listo para otra práctica.
Me puse a pensar acerca de mi independencia y me di cuenta de que debía estar haciéndolo bien. El indicio me lo dieron mis uñas. Por primera vez en años, el esmalte me duraba más de 4 días sin que me lo descascarara (qué palabrita, eh). Me dije que cualquier mujer madura debería poder llevar un esmalte sin problema por, al menos, dos semanas. Menos, inmadura, más, zaparrastrosa. Otra vez mi matemática al servicio de mis cavilaciones.
Una vez que concluí eso, me sentí tan bien que decidí hacer un brownie. ¿Qué mejor forma de celebrar mi independencia que con chocolate?
Las instrucciones en el paquete eran muy claras. Las seguí al pie de la letra.
La caja nunca me indicó que se trataba de blackies en lugar de brownies. Puteé. Pensé que, mientras Inés se las ingeniaba para participar de la conquista de Chile sin descuidar sus encantos femeninos, yo no podía con un puto brownie con instrucciones en la caja.
Sin embargo, no me desanimo. Afuera sigue lloviendo, creo que es hora de cocinar algún nuevo manjar.

miércoles, 6 de enero de 2010

Para alegrar las vacaciones.

(Duro ver así a los héroes de la infancia)