miércoles, 20 de enero de 2010

Diario de una mujer independiente

Nota al margen
Encontré la primer desventaja de la soledad. Tengo que resignar el bronceado de la espalda a menos que:
a) empiece a importarme un pito el cáncer de piel
b) abandone mi vergüenza y le pida a la señora de al lado (una gordita y muy gritona) que me ponga protector solar en la espalda
c) abandone la monogamia y le pida a uno de los hombres de por ahí que hagan lo que no me animé a pedirle a la señora gordita

Todos sabemos que tengo bastante temor a las enfermedades, así que a no es opción. También sabemos que las monjas algo supieron introducirme en la cabeza y la monogamia sigue siendo la mejor opción. Vamos a ver si la gordita se copa o si yo termino amigándome con este palito de la selva style.

1 comentario:

Matias Berrondo dijo...

Te aconsejo: tenés que comprar mucho bronceador, y en algún lugar fresco, hacer en el suelo una lámina delgada de bronceador. Vas, te recostás boca parriba, te restregás un poco contra el suelo, y después salís, lo más campante, lista para adquirir un saludable bronceado veraniego espadil y culil, sin nesecidad de manos ajenas ni quemaduras chistofas.