miércoles, 22 de octubre de 2008

Descubrí, finalmente, el verdadero motivo que hace que no escriba más acá. Como en este espacio la gente puede responderme, yo medio que me voy haciendo una listita mental con los que creo que me leen más o menos seguido.
De esa manera voy empezando a autocensurarme pensando "no, pero esto lo lee coso, va a pensar que soy una estúpida a cuerda", o "no, esto es demasiado banal para que lo lea pirulo... aunque demasiado denso si lo lee h y un baldazo de agua fría para z".
Me di cuenta hace poco y me pareció una soberana cagada estar pendiente de un público lector que, a fin de cuentas, si me lee por algo es.
Siempre que caigo en estas revelaciones que me demuestran que no puedo sacar el tigre que hay en mí y cagarme en el qué dirán, me pongo a envidiar a esa tanguera (que terminó vieja y sola por mala) cuyos versos recorrieron el mundo gracias a la novela de Betty, la aparatuda: "Se dicen ¡ja! muchas cosas, más si el bulto no interesa porque pierden la cabeza ocupándose de mí".
Fa, chupate esa tangerine. Una trompada al what they'll say.
Cuando sea grande quiero ser vieja, mala y tanguera.